domingo, 14 de agosto de 2011

Madame Bovary y la bipolaridad misógina de Gustave Flaubert


Madame Bovary es la fuente de inspiración de los novelistas contemporáneos. Un Vargas Llosa o cualquier escritor neoyorquino la tiene como referente y quizá hasta como fuente de inspiración. Leí a Flaubert en los inicios de mi adolescencia y de hecho, lo leí en frances: Un coer simple, se llamaba su pequeña obra. Lo leí para practicar mi francés y me gustó, pero sin fascinarme. Años después, para actividades escolares, leí fragmentos de Madame Bovary y al ser un texto de estudio, no le presté más atención que para cumplir y obtener una buena nota. Años más tarde, buscando información sobre Literatura en Internet, me encontré con un estudio de psiquiatría que analizaba la personalidad de Gustave Flaubert a partir de su novela Madame Bovary.  El estudio era muy interesante porque unía Literatura y Psicología, así que fue muy placentero encontrar una nueva forma de analizar esta obra.

Como la mayoría sabe, Flaubert fue llevado a juicio a causa de esta novela, legalmente le ordenaron reescribirla porque iba en contra de todos los cánones y costumbres francesas de la época, finales del siglo XIX, sobre todo, contra la forma de ser de las mujeres.

Por su parte, Flaubert siempre mantuvo su postura de que cada personaje y situación habían sido producto de su imaginación, la historia no se basaba en nadie y no pretendía denunciar a nadie. A pesar de ello, tuvo que reescribir la obra, capítulo por capítulo, lo que maravillo al mundo de las letras, por dejar un producto literario tan perfecto y minucioso que es difícil de igualar.

Quizá producto del tipo de esquizofrenia que padecía -hoy conocida como desorden bipolar- y los ataques epilépticos que sufría, Flaubert pudo disociarse del escándalo social y legal en el que estaba inmiscuido y concentrarse en una novela perfecta, hoy en día, símbolo del realismo y costumbrismo franceses. También su extraña personalidad lo llevó a vivir los más tórridos romances de la vida real, el más conocido con la escritora francesa: Collette, incluso existe una obra titulada: Cartas a Collette, publicada por uno de los mejores amigos de Flaubert, Guy de Mauppassant, justo a la muerte del primero. En esas cartas se vislumbra el amor frenético y apasionado entre Flaubert y Collette y luego, el olvido frío y sarcástico del autor, cuando ya iba en pos de otra compañera. Muchas de estas actitudes están presentes en su novela y en otras de sus obras como La Educación Sentimental.

Leer hoy Madame Bovary nos da otra perspectiva de las relaciones matrimoniales por acuerdo y conveniencia. Se parece tanto a muchas mujeres actuales, insatisfechas, aburridas, en busca de la novedad, de los lujos de las grandes ciudades, y de las tentaciones y placeres que probablemente llenarán sus inquietudes y frustraciones.

Conociendo a los franceses, y viendo otras historias sobre las francesas, no es raro el comportamiento de Madame Bovary, yo creo que podemos encontrar muchas Madame Bovaries en Francia, en EEUU y en México. Lo interesante es ver cómo se construye el personaje de la protagonista, desde una postura misógina y que finalmente, tiene una justificación sensible y femenina.

Películas y series sobre esta obra hay muchas, pero creo que además de la más reciente producción como serie de televisión francesa (1995), hay una película que se convirtió en un hito por incluir en el guión al mismo Flaubert. Se trata de la versión cinematográfica (1942) de Vincent Minelli, sí, totalmente norteamericana, pero con una fuerte mirada sobre el juicio de Flaubert y la defensa que él hace de su novela, vale la pena verla, como una adaptación del texto original.


Madame Bovary, siempre será tan polémica y tan actual, no importa cuánto tiempo pase. Se trata de la historia de una mujer que se enfrenta entre sus costumbres y lo que la sociedad dicta y sus deseos e intereses más profundos, como ya dije, cuestiones que no sólo atañen a los franceses sino a las mujeres de todas las culturas y todos los tiempos. Y Flaubert, para mí, no sé si sería misógino o no, pero sí quería apasionadamente a sus amantes, lo que le faltaba, como a muchos hombres de personalidad tan intensa, era un poco de amor y seguridad.

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