domingo, 8 de marzo de 2009

El oro de Mallorca

Rubén Darío vivió en Valldemossa, Mallorca. Un poblado hermoso y fascinante que hechiza a sus visitantes, los atrapa y no los deja regresar, al menos si regresamos a nuestros lugares de origen, no volvemos a ser los mismos. Esto le sucedió también a George Sand y a Chopin. ¿Qué hay en Valldemossa que parece que encanta a todos sus visitantes, como si quisiera que todos entráramos a un mundo tan romántico como misterioso?

¿Qué tiene Mallorca que de igual forma fascina desde cualquiera de los 5 sentidos por los que se contacte? Un poco de su enigma y belleza sin igual dejó plasmado Rubén Darío en "El Oro de Mallorca". Otro más, dedicado a Valldemossa se encuentra en el siguiente poema, también del mismo autor:
Vago con los corderos y con las cabras trepo
como un pastor por estos montes de Valldemosa,
y entre olivares pingües y entre pinos de Alepo
diviso el mar azul que el sol baña de rosa.

Y en tanto que el Mediterráneo me acaricia
con su aliento yodado y su salino aroma,
creo mirar surgir una barca fenicia,
una vela de Grecia, un trirreme de Roma.


Y me saca de mi éxtasis en la dulce mañana
el oír que del campo cercano llegan unas notas
de evocadora melopea africana
que canta una payesa recogiendo aceitunas.

Pían los libres pájaros en los vecinos huertos,
se enredan las copiosas viñas a las higueras,
y muestra el sexual higo dos labios entreabiertos
junto al ámbar quemado de las uvas postreras.


Plinio llama Baleares funda bellicosa
a estas islas hermanas de las islas Pytiusas;
yo sé que coronadas de pámpanos y rosas
aquí un tiempo danzaron ante la mar las musas.


Y si a esta región dieron Catarina y Raimundo
paz que a Cristo pidieron Raimundo y Catarina,
aún se oye el eco de la flauta que dio al mundo
con la música pánica vitalidad divina.


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